lunes, 13 de diciembre de 2010

Liberándonos

¿Los bienes materiales que tenemos, nuestro estilo de vida, nuestros deseos y anhelos, nos atan o nos liberan?
¿Nos sentimos atados, privados, sacrificados, restringidos, recortados y menores?
¿Nos sentimos liberados, integrados, bendecidos, expandidos y mayores?
¿Cuál es el significado de las posesiones?
¿Significa ser libres, tener vida y mantener la capacidad de soñar?
¿Significa vivir aferrados a objetos que no tiene vida, ni nos dan vida y limitar nuestros sueños a objetos?
                              
A un joven religioso que vivía aferrado a sus posesiones, Cristo le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme. El hombre se afligió al oír esto; y se fue triste, porque era muy rico.
 
En la parábola de Lázaro y el hombre rico, Abraham le dice al rico: Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres.
 
Si los bienes materiales que tenemos, nuestro estilo de vida, nuestros deseos y anhelos nos impiden obedecer incondicionalmente a Nuestro Señor ¿Estamos preparados para abrir nuestra mano, liberarnos de esas cosas y seguirlo a Él libremente?
 
Una fe que no cuesta nada, ni exige nada ¡No vale nada!
 
Marcos 10:17-27
Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie ni engañes; honra a tu padre y a tu madre. El hombre le dijo: Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven. Jesús lo miró con cariño, y le contestó: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme. El hombre se afligió al oír esto; y se fue triste, porque era muy rico. Jesús miró entonces alrededor, y dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil va a ser para los ricos entrar en el reino de Dios! Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús les volvió a decir: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios. Al oírlo, se asombraron más aún, y se preguntaban unos a otros: ¿Y quién podrá salvarse? Jesús los miró y les contestó: Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible.
 
Lucas 16:19-31
Había un hombre rico, que se vestía con ropa fina y elegante y que todos los días ofrecía espléndidos banquetes. Había también un pobre llamado Lázaro, que estaba lleno de llagas y se sentaba en el suelo a la puerta del rico. Este pobre quería llenarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Un día el pobre murió, y los ángeles lo llevaron a sentarse a comer al lado de Abraham. El rico también murió, y fue enterrado. Y mientras el rico sufría en el lugar adonde van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro sentado a su lado. Entonces gritó: ¡Padre Abraham, ten lástima de mí! Manda a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego. Pero Abraham le contestó: Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres. Aparte de esto, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes; de modo que los que quieren pasar de aquí allá, no pueden, ni de allá tampoco pueden pasar aquí. El rico dijo: Te suplico entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos, para que les llame la atención, y así no vengan ellos también a este lugar de tormento. Abraham dijo: Ellos ya tienen lo escrito por Moisés y los profetas: ¡que les hagan caso! El rico contestó: Padre Abraham, eso no basta; pero si un muerto resucita y se les aparece, ellos se convertirán. Pero Abraham le dijo: Si no quieren hacer caso a Moisés y a los profetas, tampoco creerán aunque algún muerto resucite.
 
 
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.

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