¿Para que sirve el dolor? ¿Para hacernos sufrir? ¿Para incomodarnos la vida? ¿Para fastidiarnos?
Realmente no. Cuando algo duele es porque hay algún problema y el dolor nos ayuda a ubicar, identificar, diagnosticar y finalmente tratar con el problema. El dolor también nos ayuda a proteger alguna parte de nuestro cuerpo que está en recuperación y restauración, para recuperar la sanidad. Cuando algo nos duele no usamos esa parte o la protegemos para evitar que nos duela más. Si no sintiéramos dolor podríamos llegar a morir por enfermedades sencillas y fáciles de tratar, porque no las diagnosticaríamos a tiempo, ya que el dolor no nos avisaría. Además, No tendríamos cuidados con las heridas, fracturas y otras dolencias, que se complicarían innecesariamente y tardarían mucho en sanar o no sanarían bien.
El dolor también nos ayuda a recordar lo frágiles que somos y nos ayuda a ser más humildes y conscientes de nuestra condición y debilidad humana. Adicionalmente, el dolor también nos capacita para comprender el dolor de otros, ya que quien nunca ha sentido un dolor no puede solidarizarse con el dolor ajeno.
Hasta ahora nos hemos referido al dolor físico. Sin embargo, las mismas consideraciones que hemos hecho sobre el dolor físico, aplican exactamente igual al dolor emocional y al dolor espiritual. Si algo me duele emocionalmente o espiritualmente, debo usar ese dolor para ubicar, identificar, diagnosticar y finalmente tratar con el problema. El dolor no es el problema. El dolor es el resultado de algo que no está bien y necesita ser tratado. También es cierto que un dolor emocional o espiritual nos lleva a blindar esa área para protegerla mientras la tratamos, restauramos y sanamos.
Cuando sufrimos un dolor independientemente de la clase y origen de ese dolor, nos sentimos vulnerables y eso nos ayuda a ser más humildes y a identificarnos con los que sufren. El dolor es sin lugar a dudas, una de las circunstancias que nos llevan a acercarnos a Dios y buscarlo. Dios no nos causa el dolor. El dolor tiene otras raíces, pero Dios puede usarlo para nuestro bien, de acuerdo con las consideraciones que hemos hecho aquí. ¿Quién podría en su sano juicio vivir independientemente de Dios en un mundo donde hay tantas probabilidades y oportunidades para sufrir y padecer dolor?
El dolor definitivamente no es agradable ni deseable, pero puede ser una excelente escuela y tenemos un Dios todopoderoso y misericordioso, dispuesto a ayudarnos en nuestro dolor. Nuestro Padre celestial siempre está listo para apoyarnos. Sólo tienes que buscarlo.
Mateo 5:4
Dichosos los que sufren, porque serán consolados.
Mateo 4:23-24
Jesús recorría toda Galilea, enseñando en la sinagoga de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba a la gente de todas sus enfermedades y dolencias. Se hablaba de Jesús en toda la región de Siria, y le traían a cuantos sufrían de diferentes males, enfermedades y dolores, y a los endemoniados, a los epilépticos y a los paralíticos. Y Jesús los sanaba.
Mateo 8:17
Esto sucedió para que se cumpliera lo que anunció el profeta Isaías, cuando dijo: Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.
Mateo 9:35
Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino, y curaba toda clase de enfermedades y dolencias.
Juan 16:21
Cuando una mujer va a dar a luz, se aflige porque le ha llegado la hora; pero después que nace la criatura, se olvida del dolor a causa de la alegría de que haya nacido un hombre en el mundo.
Los versículos de la Biblia citados, son de la versión: Dios Habla Hoy.
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Mateo 10:8b
Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.
1 Pedro 4:10
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido.
2 Juan 1:8
Tengan ustedes cuidado, para no perder el resultado de nuestro trabajo, sino recibir su recompensa completa.
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